Page 58 - Fútbol y globalización
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FÚTBOL Y GLOBALIZACIÓN
       58                     MEDIOS, MERCADOS E INCLUSIONES






                    Para la selección mexicana de fútbol la medida de éxito se encuentra regida en un evento
               y por un resultado: en el mundial y llegar al famoso quinto partido. Importa poco el estilo de
               juego que se desarrolle, la cantidad de jóvenes que se consoliden profesionalmente, la viabilidad
               financiera de los clubes, el pago en tiempo y forma a los principales artífices del juego, la técnica e

               intensidad presentes en la mayoría de los partidos que redunden en un incremento de la calidad,
               el buen trabajo y claridad en fuerzas básicas de los equipos, la desaparición de propietarios de
               más de un club —ya que no abona a la equidad y transparencia del juego—, la generación de un
               sistema de competencia que fomente eso, la autonomía de los equipos respecto de las televisoras

               y de los árbitros con respecto a la federación, por mencionar algunas situaciones. Mientras toda
               la atención se centre en un evento y un resultado, la mejora del fútbol mexicano se encontrará
               opacada por esa idea de ganar. La selección de Costa Rica es una muestra clara de que llegar a
               un quinto partido no es sinónimo de mejora futbolística. Jugó un gran mundial y llegó hasta esas

               instancias, pero en todo lo anteriormente descrito no se han observado mejoras.
                    Mis primeros enamoramientos del juego se gestaron básicamente en tres momentos: cuan-
               do fui consciente de patear algo parecido a una pelota; al escuchar en la televisión el sonido de
               un ¡tatatataaaaaa-tan, tatatataaaaaa-tan!, acompañado con imágenes de un héroe con sudadera a

               rayas que volaba bajo una portería, cuyo apellido de civil no era Kent, sino Marín; y al observar
               en televisión unos magos del fútbol que me maravillaron: Zico, Sócrates, Falcao, Edder, Toninho
               Cerezo y compañía, toda una constelación de jugadores regados por Europa, aquella selección
               brasileña, en España 82, que transformaron el juego en arte; aunque no ganó —en el sentido que

               no compartimos—, inspiró a creer en el juego como deleite. Hoy, todavía los mejores clubes del
               mundo buscan a aquellos que se atreven a hacer cosas distintas, a los aventureros, a los que lle-
               van al potrero en el alma y están dispuestos a mostrarlo, a los que no solo buscan ese ganar, sino
               gozar el juego. Los parias que se aventuraron hacia otras tierras son los Maradona, Di Stéfano,

               Puskás, Cruyff, Zico, Messi…; Villoro (2014) señala que el fútbol se inventó para superar la tiranía
               atlética y darle oportunidad a los que patean descalzos y superan sus limitaciones con ingenio; esto
               al menos es el fútbol donde la creatividad es vital.
                    Querer alcanzar una meta, alzar un trofeo, hacer más goles que el rival, sumar más puntos

               que los demás equipos es parte inherente de los humanos que practicamos este juego, pero ganar
               no lo es todo, caben muchas más cosas. Entiendo que hay diferencias en la práctica del fútbol por
               mero disfrute y su práctica estructurada y/o profesional, en ambos casos cabe perfectamente el







                            Universidad Autónoma de Chiapas
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