Page 132 - BORGES INTERACTIVO
P. 132

132                                 BORGES INTERACTIVO






               ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo,
               recogeré.

                    En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de

               casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era

               una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Ale-

               ph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de

               tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la

               veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las mu-

               chedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un

               laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en
               un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle

               Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos,

               vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y

               cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta

               cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda,

               donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión in-

               glesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico, yo
               solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el

               decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que

               parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete

               de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin

               arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a

               los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur

               una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo,








                             Universidad Autónoma de Chiapas
   127   128   129   130   131   132   133   134   135   136   137