Page 134 - BORGES INTERACTIVO
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En la calle, en las escaleras de Constitución, en el subterráneo, me parecieron familiares
todas las caras. Temí que no quedara una sola cosa capaz de sorprenderme, temí que no me
abandonara jamás la impresión de volver. Felizmente, al cabo de unas noches de insomnio,
me trabajó otra vez el olvido.
Posdata del primero de marzo de 1943. A los seis meses de la demolición del inmueble de la
calle Garay, la Editorial Procusto no se dejó arredrar por la longitud del considerable poema y
lanzó al mercado una selección de “trozos argentinos”. Huelga repetir lo ocurrido; Carlos Ar-
gentino Daneri recibió el Segundo Premio Nacional de Literatura. El primero fue otorgado al
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doctor Aita; el tercero, al doctor Mario Bonfanti; increíblemente, mi obra Los naipes del tahúr
no logró un solo voto. ¡Una vez más, triunfaron la incomprensión y la envidia! Hace ya mucho
tiempo que no consigo ver a Daneri; los diarios dicen que pronto nos dará otro volumen. Su
afortunada pluma (no entorpecida ya por el Aleph) se ha consagrado a versificar los epítomes
del doctor Acevedo Díaz.
Dos observaciones quiero agregar: una, sobre la naturaleza del Aleph; otra, sobre su
nombre. Éste, como es sabido, es el de la primera letra del alfabeto de la lengua sagrada. Su
aplicación al disco de mi historia no parece casual. Para la Cábala, esa letra significa el En Soph,
la ilimitada y pura divinidad; también se dijo que tiene la forma de un hombre que señala el
cielo y la tierra, para indicar que el mundo inferior es el espejo y es el mapa del superior; para
la Mengenlehre, es el símbolo de los números transfinitos, en los que el todo no es mayor que
alguna de las partes. Yo querría saber: ¿Eligió Carlos Argentino ese nombre, o lo leyó, aplica-
do a otro punto donde convergen todos los puntos, en alguno de los textos innumerables que
2. “Recibí tu apenada congratulación”, me escribió. “Bufas, mi lamentable amigo, de envidia, pero confesarás —¡aunque te
ahogue!— que esta vez pude coronar mi bonete con la más roja de las plumas; mi turbante, con el más califa de los rubíes.”
Universidad Autónoma de Chiapas