Page 167 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      167






           pormenores lacónicos de larga proyección. Asevero lo mismo de las novelas cinematográficas
           de Josef von Sternberg, hechas también de significativos momentos. Es método admirable y

           difícil, pero su aplicabilidad general lo hace menos estrictamente literario que los dos anterio-

           res, y en particular que el segundo. Este suele funcionar a pura sintaxis, a pura destreza verbal.

           Pruébelo estos versos de Moore:


                Je suis ton amant, et la blonde Gorge tremble sous mon baiser,


           cuya virtud reside en la transición de pronombre posesivo a artículo determinado, en el em-

           pleo sorprendente de la. Su reverso simétrico está en la siguiente línea de Kipling:


                Little they trust to sparrow – dust that stop the seal in his sea!


                Naturalmente, his está regido por seal. Que detienen a la foca en su mar.

                                                                                                        1931



           [1] Así El hombre invisible. Ese personaje –un estudiante solitario de química en el desesperado invierno de Londres– acaba por
           reconocer que los privilegios del estado invisible no cubren los inconvenientes. Tiene que ir descalzo y desnudo, para que un
           sobretodo apresurado y unas botas autónomas no afiebren la ciudad. Un revólver, en su trasparente mano, es de ocultación
           imposible. Antes de asimilados, también lo son los alimentos deglutidos por él. Desde el amanecer sus párpados nominales no
           detienen la luz y debe acostumbrarse a dormir como con los ojos abiertos. Inútil asimismo echar el brazo afantasmado sobre
           los ojos. En la calle los accidentes de tránsito lo prefieren y siempre está con el temor de morir aplastado. Tiene que huir de
           Londres. Tiene que refugiarse en pelucas, en quevedos ahumados, en narices de carnaval, en sospechosas barbas, en guantes,
           para que no vean que es invisible. Descubierto, inicia en un villorrio de tierra adentro un miserable Reino del Terror. Hiere, para
           que lo respeten, a un hombre. Entonces el comisario lo hace rastrear por perros, lo acorralan cerca de la estación y lo matan.
           Otro ejemplo habilísimo de fantasmagoría circunstancial es el cuento de Kipling, The Finest Story in the World, de su recopilación
           de 1893 Many Inventions.




















                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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