Page 300 - BORGES INTERACTIVO
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               cómo al principio jugó con la idea de ser un caballero errante, cómo por fin se lo tomó en se-
               rio, y tal vez todo eso no le hubiera servido de nada a ese escritor. Pero Cervantes meramente

               nos dice que se volvió loco. Y nosotros le creemos.

                    Ahora bien, ¿qué significa creer en Don Quijote? Supongo que significa creer en la reali-

               dad de su personaje, de su mente. Porque una cosa es creer en un personaje, y otra muy dife-

               rente es creer en la realidad de las cosas que le ocurrieron. En el caso de Shakespeare es muy

               claro. Supongo que todos creemos en el príncipe Hamlet, que todos creemos en Macbeth.

               Pero no estoy seguro de que las cosas ocurrieran tal como Shakespeare nos cuenta en la corte

               de Dinamarca, ni tampoco que creemos en las tres brujas de Macbeth.

                    En el caso de Don Quijote, estoy seguro de que creemos en su realidad. No estoy
               seguro —tal vez sea una blasfemia, pero después de todo, estamos hablando entre amigos,

               les estoy hablando a todos ustedes; es algo diferente, ¿no?, estoy hablando en confianza—,

               no estoy del todo seguro de que creo en Sancho como creo en Don Quijote. Pues a veces

               siento, que pienso en Sancho como un mero contraste de Don Quijote. Y después están los

               otros personajes. Me parece que creo en Sansón Carrasco, creo en el cura, en el barbero, tal

               vez en el duque, pero después de todo no tengo que pensar mucho en ellos, y cuando leo

               Don Quijote tengo una sensación extraña. Me pregunto si compartirán esta sensación conmi-
               go. Cuando leo Don Quijote, siento que esas aventuras no están allí por sí mismas. Coleridge

               comentó que cuando leemos Don Quijote nunca nos preguntamos ¿y ahora qué sigue?, sino

               que nos preguntamos qué ocurrió antes, y que estamos más dispuestos a releer un capítulo

               que a continuar con uno nuevo.

                    ¿Cuál es la causa? La causa, supongo, es que sentimos, al menos yo siento, que las aven-

               turas de Don Quijote son meros adjetivos de Don Quijote. Es una argucia del autor para que











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