Page 305 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      305






           cuando el libro da con su lector, ocurre el hecho estético. Y aun para el mismo lector el mismo
           libro cambia, cabe agregar, ya que cambiamos, ya que somos (para volver a mi cita predilecta)

           el río de Heráclito, quien dijo que el hombre de ayer no es el hombre de hoy y el de hoy

           no será el de mañana. Cambiamos incesantemente y es dable afirmar que cada lectura de un

           libro, que cada relectura, cada recuerdo de esa relectura, renuevan el texto. También el texto

           es el cambiante río de Heráclito.

                Esto puede llevarnos a la doctrina de Croce, que no sé si es la más profunda pero sí la

           menos perjudicial: la idea de que la literatura es expresión. Lo que nos lleva a la otra doctrina

           de Croce, que suele olvidarse: si la literatura es expresión, la literatura está hecha de palabras,

           el lenguaje es también un fenómeno estético. Esto es algo que nos cuesta admitir: el concepto
           de que el lenguaje es un hecho estético. Casi nadie profesa la doctrina de Croce y todos la

           aplican continuamente.

                Decimos que el español es un idioma sonoro, que el inglés es un idioma de sonidos va-

           riados, que el latín tiene una dignidad singular a la que aspiran todos los idiomas que vinieron

           después: aplicamos a los idiomas categorías estéticas. Erróneamente, se supone que el len-

           guaje corresponde a la realidad, a esa cosa tan misteriosa que llamamos realidad. La verdad es

           que el lenguaje es otra cosa.
                Pensemos en una cosa amarilla, resplandeciente, cambiante; esa cosa es a veces en el cie-

           lo, circular; otras veces tiene la forma de un arco, otras veces crece y decrece. Alguien —pero

           no sabremos nunca el nombre de ese alguien—, nuestro antepasado, nuestro común antepa-

           sado, le dio a esa cosa el nombre de luna, distinto en distintos idiomas y diversamente feliz. Yo

           diría que la voz griega Selene es demasiado compleja para la luna, que la voz inglesa moon tiene

           algo pausado, algo que obliga a la voz a la lentitud que conviene a la luna, que se parece a la











                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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