Page 410 - BORGES INTERACTIVO
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410 BORGES INTERACTIVO
En la década de los cuarenta Las Delicias era un edificio venido a menos, con el encanto
nostálgico y la elegancia inesperada de los nuevos pobres. Las palmeras y helechos en tiestos
habían desaparecido, pero las grandes ventanas con rombos rojos, azules y amarillos de vidrio
fascinaban a Borges. En La muerte y la brújula describe estos rombos, dotándolos de un signi-
ficado mágico.
Las Delicias aparece en el cuento con el extravagante nombre francés de «Triste-le-Roy».
Me pregunto si esto no es una alusión a sí mismo, a alguna triste experiencia de su adolescen-
cia en ese lugar. ¿Era él mismo Triste-le-Roy? ¿Era él mismo que se veía destinado a la muerte
después de ver las señales en tres puntos de la ciudad, en ese Adrogué donde quizá conoció
una fugaz dicha, una duradera melancolía? «La primera letra del nombre ha sido articulada»,
del nombre que no debemos mencionar. La última letra está en Triste-le-Roy. ¿Era él ese rey
triste y derrotado? ¿Era Borges mismo ese Erik Lönnrot que marcha deliberadamente hacia su
muerte? En todo caso, él marchó conscientemente a la suya, que no fue en el desolado sur de
las pampas, sino en el norte y el este, por donde sale el sol.
En sus cartas a mí hay alusiones a lugares que, en su mente, estaban asociados a mi per-
sona: el Parque Lezama, Constitución, el Hervidero, en el Uruguay, donde la familia de mi
madre había tenido tierras.
Estas anotaciones han sido necesarias antes de contar la historia, a veces dolorosa, a ve-
ces trivial, de nuestras relaciones.
Espero ser clara. La sinceridad la tengo. Nada que no sea sincero y fidedigno tiene inte-
rés. Y Jorge Luis Borges no merece nada menos.
Universidad Autónoma de Chiapas