Page 413 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ      413






           años más tarde, procurando cubrir con disquisiciones rebuscadas y confusas el hecho de estar
           encandilados por prestigios que no entienden.

                Pese a sus dislates, o gracias a ellos, Carlos Argentino termina ganando, al final del cuen-

           to, el segundo Premio Nacional de Literatura, “anuncio de un primero”. Ya entonces Borges

           husmeaba los abismos en que habría de caer la literatura, aunque Carlos Argentino sería hoy

           un hombre mucho más culto que sus colegas, ya que sabe algo de francés y «tal vez ha leído

           La Ilíada».

                El Aleph me está dedicado. Borges me dice en una de sus cartas que habrá de ser «el

           primero de una larga serie»; el destino no quiso que esto se realizara. De esa serie, que no

           fue «larga», sólo se escribió El Zahír y La escritura del dios. Pero El Zahír iba a ser dedicado a
           Wally Zenner y La escritura del dios a Ema Risso Platero, sus amigas en momentos de angustia.

                Él vino a casa con el manuscrito garabateado, lleno de borrones y tachaduras, y me lo

           fue dictando a la máquina. El original quedó en casa y las hojas dactilografiadas fueron llevadas

           a la revista Sur, donde se publicó el cuento. En 1949 se editó, junto con otros relatos, en un

           volumen que lleva ese título.

                Borges me hablaba de los progresos que iba haciendo con El Aleph y, mientras me dicta-

           ba, se reía a carcajadas de los versos que endilgaba a Carlos Argentino.
                La mordacidad de Borges, me temo, ha perdido sus dientes, como está perdida, para los

           lectores modernos, la mordacidad de madame de Sévigné, apenas perceptible ya sin ayuda

           erudita, o tantas intenciones del Quijote que ya no son registradas. La vertiginosa aceleración

           histórica del siglo XX hizo que esto sucediera en vida de Borges. Que yo sepa, nadie se ha

           atrevido a preguntarle al autor qué representa Carlos Argentino Daneri. Pocos han notado

           que éste es un personaje ridículo. En todo caso ha sido muy poco analizada la deliberada ridi-

           culez de sus versos. Carlos Argentino Daneri representa la venganza secreta que el autor se








                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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