Page 91 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ       91






                “Mi propósito es meramente asombroso”, me escribió el 30 de septiembre de 1934
           desde Bayonne. “El término final de una demostración teológica o metafísica —el mundo

           externo, Dios, la causalidad, las formas universales— no es menos anterior y común que mi

           divulgada novela. La sola diferencia es que los filósofos publican en agradables volúmenes las

           etapas intermediarias de su labor y que yo he resuelto perderlas.” En efecto, no queda un solo

           borrador que atestigüe ese trabajo de años.

                El método inicial que imaginó era relativamente sencillo. Conocer bien el español, recu-

           perar la fe católica, guerrear contra los moros o contra el turco, olvidar la historia de Euro-

           pa entre los años de 1602 y de 1918, ser Miguel de Cervantes. Pierre Menard estudió ese

           procedimiento (sé que logró un manejo bastante fiel del español del siglo diecisiete) pero lo
           descartó por fácil. ¡Más bien por imposible! dirá el lector. De acuerdo, pero la empresa era

           de antemano imposible y de todos los medios imposibles para llevarla a término, éste era

           el menos interesante. Ser en el siglo veinte un novelista popular del siglo diecisiete le pare-

           ció una disminución. Ser, de alguna manera, Cervantes y llegar al Quijote le pareció menos

           arduo —por consiguiente, menos interesante— que seguir siendo Pierre Menard y llegar al

           Quijote, a través de las experiencias de Pierre Menard. (Esa convicción, dicho sea de paso, le

           hizo excluir el prólogo autobiográfico de la segunda parte del Don Quijote. Incluir ese prólogo
           hubiera sido crear otro personaje —Cervantes— pero también hubiera significado presentar

           el Quijote en función de ese personaje y no de Menard. Éste, naturalmente, se negó a esa

           facilidad.) “Mi empresa no es difícil, esencialmente” leo en otro lugar de la carta. “Me bastaría

           ser inmortal para llevarla a cabo.” ¿Confesaré que suelo imaginar que la terminó y que leo el

           Quijote —todo el Quijote— como si lo hubiera pensado Menard? Noches pasadas, al hojear














                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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