Page 97 - BORGES INTERACTIVO
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JOSÉ MARTÍNEZ TORRES  •  ANTONIO DURÁN RUIZ       97





















                EL OTRO



           El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí

           inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora,

           en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será

           tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches

           que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero. Serían las diez

           de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos me-

           tros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba
           largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria

           imagen de Heráclito. Yo había dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo,

           interesar a los alumnos. No había un alma a la vista. Sentí de golpe la impresión (que según los

           psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra

           punta de mi banco alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise le-

           vantarme en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces

           cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que tra-

           taba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La tapera de Elías Regules.

           El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la memoria de AlvaroMeliánLafinur, que










                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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