Page 54 - LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO
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LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO.
       54      HISTORIA, CARACTERIZACIÓN Y PERSPECTIVAS






               limitaban por uno de sus lados con el canal, y disponían de su propio embarcadero (Soustelle,
               2006: 129). En lo que se refiere a la cría y cuidado de los animales, las crónicas establecen que




                         Cada familia tenía también sus animales domésticos: el guajolote, ave de corral que México
                    ha dado al resto del mundo, algunos conejos domesticados, perros, de los cuales algunas especies,
                    por lo menos, eran comestibles y al efecto se cebaban; a veces abejas, y con frecuencia pericos y
                    guacamayos. (Soustelle, 2006: 135)


                    Como se puede apreciar, los animales domesticados eran más abundantes de lo que por
               lo general se piensa, y que se limitan casi siempre a los xoloizcuintles y los guajolotes. Además
               de ellos, había también una serie de animales que podían ser cazados y que formaban parte de

               una dieta que se volvía ya en más diversa, pues había conejos, liebres, venados, puercos salvajes

               (pecaríes), aves como faisanes, tórtolas y muchas aves acuáticas que abundaban en las lagunas y
               que hacían sus nidos entre las cañas y los carrizos (Soustelle, 2006: 155). Con seguridad, estos
               animales o sus productos también podían ser adquiridos en el mercado, que era el centro comer-

               cial de la metrópolis.

                    Así, la vida cotidiana de México-Tenochtitlan no puede apreciarse sin las descripciones de su
               principal mercado en el pueblo de Tlatelolco, ya incorporado a la gran ciudad, en donde se podía
               encontrar prácticamente toda clase de productos, distribuidos de manera ordenada en lugares

               determinados; tratemos de imaginar el colorido y el bullicio de esa parte de la ciudad, llena de

               compradores y vendedores, y donde miles de personas acudían diariamente. Por citar sólo algu-
               nas de las mercancías que ahí se ofrecían, en este caso las relacionadas con los animales silvestres
               y domésticos, y que seguramente se comerciaban en una zona específica del mercado, las cróni-

               cas describen la existencia de pieles de jaguar, puma, zorro y venado, crudas o curtidas, plumas de

               águila, gavilán o halcón, guajolotes, conejos, liebres, carne de venado, perritos cebados, cochinilla,
               todos los productos de la laguna: patos, ajolotes, caracoles, peces, ranas, crustáceos y huevos
               de insectos (Soustelle, 2006: 44). Esto nos permite darnos cuenta de que la alimentación en esa

               época era mucho más variada y nutritiva de lo que tradicionalmente se especula, y que equivoca-

               damente no iría más allá de tortillas, frijoles y chile.






                             Universidad Autónoma de Chiapas
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