Page 57 - LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA GANADERÍA BOVINA EN MÉXICO.
                                                    LA CONQUISTA E INICIO DE LA ÉPOCA COLONIAL                    57






           que entraba al bote, izamiento de velas, limpieza de las cubiertas, acomodo de la carga y prepa-
           ración de alimentos), los pasajeros no tenían más que esperar y esperar, y conforme avanzaba

           el recorrido, sufrir de la pobreza de los alimentos y de la falta de agua limpia. Para ilustrar estos

           hechos, hay que recurrir a las descripciones de fray Antonio de Guevara, quien en 1539 publicó
                                      1
           su ameno ‘arte de marear’  en el que relata de manera pícara sobre “las incomodidades, abusos,
           suciedades, miserias y peligros que debía sufrir el pasajero en los viajes en galeras por el Medite-

           rráneo” (Martínez, 1983: 232), y que muy bien pueden traspolarse a los viajes transatlánticos a

           bordo de galeones y carabelas. Comenta fray Antonio que



                     Es privilegio de galera que todos los que ahí entraren han de comer el pan ordinario de bizco-
                cho, con condición de que sea tapizado de telarañas y que sea negro, gusaniento, duro, ratonado,
                poco y mal remojado […]. (Martínez, 1983: 235)

                También hay que tener presente que el agua para beber se guardaba en toneles de madera
           por debajo de la cubierta principal, y que ahí se almacenaba a los largo de los días y semanas que

           duraba la navegación; una vez saliendo de las Islas Canarias, ya no había posibilidades de recambio

           del agua para beber, por lo que es de esperarse que su calidad fuera disminuyendo paulatinamente.
           Un ejemplo de ello lo presenta fray Antonio, quien nos dice



                     Es privilegio de galera que nadie al tiempo de comer pida ahí agua que sea clara, delgada, fría,
                sana y sabrosa, sino que se contente, y aunque no quiera, con beberla turbia, gruesa, cenagosa, ca-
                liente, desabrida. Verdad es que a los muy regalados les da licencia el capitán para que, al tiempo de
                beberla, con una mano tapen las narices y con la otra lleven el vaso a la boca. (Ibídem)


                Es posible entonces imaginar que comer y beber a bordo eran una empresa más bien re-

           pugnante. Al venir el ocaso, no había más que descansar para esperar un nuevo amanecer para
           sufrir algo más de lo mismo; es conveniente tratar de revivir el final de un día en alta mar, cuando



           1  Fray Antonio de Guevara, 1538, Libro de los inventores del arte de marear y de muchos trabajos que se pasan en las galeras.
           Valladolid. Prosa escogida de fray Antonio de Guevara, selección de Martín de Riquer. Luis Miracle Editores, Barcelona, España,
           1943.






                                                                Universidad Autónoma de Chiapas
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