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LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO.
68 HISTORIA, CARACTERIZACIÓN Y PERSPECTIVAS
encomenderos residían generalmente en las ciudades, delegando sus funciones en los mayordo-
mos quienes, aislados en las sierras, “adquirían las costumbres de los indígenas, hablando su lengua
y compartiendo […] sus conceptos del mundo y de la naturaleza” (Bernand y Gruzinski, 1996:
454). Esa situación era muy parecida a la que se había vivido en México en los años posteriores a
la conquista, cuando la población nativa pagaba tributos que incluían animales de origen español y
sus productos.
Los registros del flujo marítimo entre España y el Golfo de México en la primera mitad del
siglo XVI, revela que las naves llevaban siempre “pipas de vino, barriles de harina, jarras de aceite,
herramientas, útiles agrícolas, semillas y animales domésticos para pies de cría” (Martínez, 1983:
155). En términos generales, el tráfico marítimo a principios del siglo XVI alcanzó su punto más
alto en 1520, con más de 70 embarcaciones que se trasladaron de Sevilla a las islas del Caribe.
Muchas de estas naves no regresaron a España porque siguieron su viaje a México “para llevar
hombres, caballos, pertrechos y alimentos”, y algunas más permanecieron ahí; en la década de
1530, el puerto más importante de la Nueva España era el de San Juan de Ulúa-Veracruz, hacia
donde se fletaban directamente algunos barcos desde Sevilla, mientras que otros hacían escala en
Santo Domingo “para cargar ganado” (Ibíd.: 156), que era ya una fuente de abastecimiento de ani-
males domésticos y el sitio donde los bovinos habían logrado una pronta adaptación, que sería la
primera, puesto que años más adelante tendrían que adaptarse a nuevas condiciones ambientales
en las tierras continentales americanas.
Tratando de ver las cosas desde una óptica más amplia, se puede aseverar que ya en los
momentos iniciales de la colonización, “sin los ganados de las islas y, sobre todo, sin los caballos,
cerdos, cabras, ovejas y gallinas, no se hubiera dado un sólo paso en el continente” (Pereyra,
1986: 150), lo que viene a comprobar la importancia de las especies pecuarias para las actividades
que se realizaron durante ese periodo de la historia tanto en la Nueva España como en los valles
y las sierras de la Tierra Firme. Este último autor hace una clasificación de los animales hispánicos
que vinieron al Nuevo Mundo, distinguiendo los que eran para la ‘conquista’ (caballos, perros y
cerdos) y los que sirvieron para la ‘colonización’, entre los que destacan las gallinas, las vacas y las
ovejas, en ese orden.
Universidad Autónoma de Chiapas