Page 71 - LOS BOVINOS CRIOLLOS DE MÉXICO
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ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA GANADERÍA BOVINA EN MÉXICO.
LA CONQUISTA E INICIO DE LA ÉPOCA COLONIAL 71
una práctica que se perdió con el paso de los años y con la implementación de nuevas medidas
zootécnicas en el pastoreo.
El porvenir de los conquistadores ahora convertidos en colonos es incierto, pues los más
estaban ya acostumbrados al clima y a los alimentos propios de las Antillas, y no sienten arraigo
por estas tierras lejanas llenas de sierras ásperas y bosques. Los españoles comienzan a explorar,
pero queda en ellos el temor a los nuevos e infinitos territorios, y se preguntan si es conveniente
quedarse en esta tierra hostil, o es mejor vender las encomiendas recibidas y volverse a las islas o
de una vez a Castilla, o seguir explorando al norte del país, o continuar en las guerras de conquista
más al sur, en el Darién y el Perú. Destaca en este momento la figura de Hernán Cortés, quien es
el nuevo “emperador”, al grado que cuando sale hacia sus palacios en Coyoacán o en Cuernavaca
Se desplaza rodeado de una verdadera corte: la inevitable doña Marina, capitanes y hombres
de armas, una cohorte de caciques indígenas, un par de franciscanos flamencos, un mayordomo, pa-
jes, un responsable de su casa, un bodeguero, toda una nube de servidores, cofres llenos de vajillas
de oro y plata, músicos, un volatinero, un titiritero, cómicos, halconeros, bestias de carga y, atrás,
una piara de cerdos que levanta nubes de polvo a su paso. (Bernand y Gruzinski, 1996: 300)
El Cortés soldado se convierte en administrador, para lo cual confía en lo aprendido como al-
calde en Cuba, y aprovecha las minas de metales útiles, de azufre y salitre para hacer pólvora, y se
preocupa por el desarrollo de la agricultura y la ganadería, haciendo obligatoria la siembra de las plan-
tas de España, también valiéndose de su experiencia como agricultor y criador de ganado en Cuba.
En la mesa de Hernán Cortés en su palacio de Cuernavaca, se sirven espléndidas comidas a
las que acuden conquistadores y religiosos; en el centro se pone un salero y jarras de vino, pulque
o chocolate; tras limpiarse las manos con agua aromatizada con yerbas perfumadas inicia la comida
con la bendición de los alimentos. La comida empieza con una sopa, y como segundo tiempo
sigue con fruta novohispana servida sobre pan ligero. El tercer tiempo es un potaje espeso que
acompaña la “ración” de carne cocida, asada o guisada, y que puede ser de pescado, aves o carne
de presa, todo ello servido con una guarnición de frutas o verduras; se prefiere el cordero sobre
la vaca, y el guajolote sobre las gallinas de Castilla. El protocolo permite comer con las manos,
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