Page 148 - Salud y políticas públicas
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MARÍA NATIVIDAD ÁVILA ORTIZ 148 ANA ELISA CASTRO SÁNCHEZ GERARDO GARZA SEPÚLVEDA reposo, permite identifcar cómo se constituye la dieta de estos adultos. Diversos hallazgos se obtuvieron en relación a este punto y a continuación se describen. Respecto a los discursos presentados por los entrevistados, la preparación de la comida para los adultos mayores está a cargo de la cocinera de la casa de reposo. No obstante, las mujeres entrevistadas mencionan que antes de que ellas llegaran a la casa de reposo eran las responsables de la preparación de los alimentos de sus familia, “antes comía lo que quisiera, antes hacia lo que quería” (Sandra, 75 años). De acuerdo a Guzmán, Gómez, García y Martínez (2008) desde épo- cas anteriores a las madres de familia se les atribuye el papel de “cuidadoras”, responsables de la salud y las principales encargadas de las decisiones sobre la preparación de los alimentos de los integrantes del hogar. Al respecto la entrevistada menciona: “Pues yo lo preparaba, les gustaba la comida mía, yo les preparaba lo mío, pues sopita, carnita, postre” (Magdalena, 70 años) “Pos a mí me gustaba también hacer mis comidas más o menos bien, verdad, sabrosa…” “Ah, pues, hacía bastante bien, pues yo la hacía, a mi gusto lo que yo quería y hacía pues de todo, de todo” (Sandra, 75 años). El rol de la mujer como cocinera de la familia es, según Núñez (2002), un rol atribuido (papel más o menos prestigioso a nivel social) y a la vez un rol adquirido, en tanto que puede coincidir con el primero, pero que refeja el desarrollo de actitudes y aptitudes para asumirlo. La pérdida del reconocimiento social asociada a la preparación de alimentos, conlleva a la pérdida del rol atribuido socialmente a las mujeres, y al prestigio adquirido mediante la adquisición de co- nocimientos, habilidades y destrezas para ejecutarlo. Lo anterior por cuanto para las mujeres no solamente se trata de dejar de comer ciertos platillos, sino también de renunciar a prepararlos, lo que en cierta forma se percibe como una pérdida importante en sus vidas: “yo no puedo hacer nada, porque estoy vieja y mi marido pues se fue” (Eva, 86 años); “Pos nada, ahora no tengo que hacer nada, caminar, uso un bastoncito, pos el alimento aquí lo preparan y yo me voy a dormir, pos si en ratos…” (Natalia, 90 años). Universidad Autónoma de Chiapas
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