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EL LENGUAJE COTIDIANO DE LOS ESTUDIANTES
54 UNIVERSITARIOS, DESDE LAS VOCES DE SUS ACTORES
¿CÓMO SE ExPLICA ESTE fENÓMENO?
Los jóvenes quieren distinguirse de los adultos. En la forma de proceder, en la de vestirse, en las
costumbres y, sobre todo, en el lenguaje. Si logran que este, que es el medio de comunicación
por excelencia, sea comprendido solo por sus pares, actuará como la gran barrera que lo separa
de los mayores. Ese idioma tan particular que manejan no se aprende en ningún curso.
No existe hasta que ellos mismos lo crean y esa creación, que se hace de a poco y se
trasmite con gran rapidez, es fruto de sus reuniones, de sus conversaciones, de los momentos
que comparten.
No hay un propósito consciente de valerse de un idioma extraño, no existen reglas que
lo rijan, ni interés alguno en que las haya. Al contrario, cuanto más diferente sea la palabra de
la que usan los demás sectores de la población, mejor.
En nuestro país, alrededor de un 16% de los habitantes se sitúa entre los 15 y los 21 años
y utilizan ese tipo de lenguaje.
Un lenguaje que los adultos decimos no comprender, lo que, en muchos ocasiones, no
es cierto, ya que, aunque no lo usemos, nos adaptamos con facilidad a él y, en ciertos casos,
alguna palabra o expresión ingresa al nuestro. Un lenguaje muy perecedero, que durará solo
un tiempo y que, raramente, pasará a integrar el diccionario y el vocabulario de las personas
cultas del país. Un lenguaje, diferente al que manejamos cuando fuimos adolescentes, lo que
no significa que, como tales, no hayamos tenido nuestra forma especial de comunicarnos.
¿Quién no recuerda: "hacerse la rabona, tener ratones, ser un disco rayado, hacerse papilla,
dar vuelta como una media, ir a un asalto, pagar a escote, dar como dentro de un gorro…"?
Pero, a pesar de todas sus contras, un lenguaje pegadizo, al que intentamos no dejar en-
trar en el nuestro.
No todos los adolescentes de un país utilizan los mismos códigos para comunicarse. Así
como las diferencias culturales se dan entre los adultos, también se evidencian entre los jóvenes.
Universidad Autónoma de Chiapas